Me voy al campo
Ayer me sentía cansado de la resaca, del Feo, del capataz y de las monjas y de todo. Así que decidí irme al campo a ver a los primos, a ver si se acuerdan de mí. Cogí entonces el coche de línea -que casi se desmonta, menos mal que el conductor es un coleguilla y me metió gratis y encima me puso Manolo Escobar a toda caña, como a mí me mola- y me fui a Mataporculo de Abajo, a ver a la parentela.
Joder, yo pensaba que el Celes se iba a poner todo contento de verme y nada, malas caras y que si soy un puto vago y que cara tengo y que no voy a hacer la matanza pero sí a llevarme los chorizos y todo éso. Macho, yo no puedo ir matando cochinos por el mundo, y además no sabía que mataba la semana pasada... bueno, en realidad si lo sabía, pero que coño voy yo a pasar frío matando ese bicho. Total, que el tío rata no me ha dado nada y me invitó a comer de milagro, porque la bruja de su mujer ni éso. Así que encima toda la tarde aguantando que si el campo es una ruina y que si esto y si lo otro hasta que se hizo la hora de volver al queo a Avila. Y para más coña el autobús no era el de mi colega y el tío payaso coge y me hace pagar, y encima me pone al lado a un niñato teñido de amarillo y que empieza a cascarme que si el Robinho y su puta madre y éso. A mí, que soy del Atleti. Le tenía que haber partido la cara, al niñato. Menos mal que todavía le mangué una revista de guarras que llevaba, a ver si me animo esta noche.
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